un poco más que ayer, donde existimos
en espacios que sólo fueron nuestros
y en los que deambulamos recordando.
Y escribir intentando despertar
afectos y palabras que te nombren,
sin pasados que aflijan ni castiguen
esperando el alivio que no llega.
Y es entonces sin luchas ni batallas,
que la quietud me asiste y me construyo
a mí misma en emblema del perdón.
Y ya no grita el vientre ni padece
siquiera los efectos del tsunami
que arrastré con orgullo por amarte.