Enciendes la candela de mis sueños
en esta piel desierta de intenciones
y tus manos transitan por los surcos
que una vez fueron roma enardecido.
Intuyes con certeza las heridas
desnudando mis gestos con palabras
y anhelas cruzar puentes que nos unan
en esta soledad que me desluce.
Contigo no le temo a mis contiendas
ni me castigo eterna al purgatorio
de una existencia fría en emociones
y ausente de caricias que me palpen.
Viento de tramontana que me impeles,
manantial que atempera mis tristezas
tus poemas se engarzan en mis labios
y resurjo de nuevo por instinto.
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