jueves, 28 de enero de 2016

Divagues.























Sentimientos frágiles que se introducen sin permiso y quebrantan mi pecho arrasando el orgullo inherente que me cubre y se tambalea sin piedad ante las escasas certezas que sustentan mi vida.

Una de dos, o no estoy hecha para el mundo, o el mundo no está hecho para mí, maldita la suerte, amarlo de la forma en que lo amo para abominar después de él  con estúpidas melancolías que deforman su verdadera esencia.


Me pregunto entonces si no estaré mejor muerta que con tanta batalla perdida de antemano asfixiando mi piel y mi garganta de profundas soledades.


Sentir demasiado duele en exceso, lo sé, conozco la derrota del cariño y sus efectos, pero aún no encontré vacuna que inmunice en  mí este afán de vivir cada día con la plenitud de sus horas, por lo que sobrevivo impulsiva desde el amor y mis raíces a este pasaje de la historia a la que pertenezco.



sábado, 9 de enero de 2016

¿Abrazos o palabras?



















“Sigo pensando que un abrazo o una mirada son insustituibles frente a la interacción entre dos personas en las redes sociales, es cierto que estas conexiones pueden llegar a acariciar el alma, pero jamás serán igualables a el contacto físico o visual tan necesario para el ser humano desde que nacemos”.

Hace unos días escuché esta frase a un amigo y si me hubiera preguntado qué opinaba, estoy segura de que habría coincidido de forma rotunda con su pensamiento.

Hoy, aún pensando que este criterio no está nada alejado de lo que realmente deberían ser las comunicaciones afectivas, y asumiendo que a través de la pantalla de un ordenador sólo podremos llegar como mucho, a conocer la imagen y la voz del que está al otro lado, es ahí donde la palabra escrita adquiere su máxima dimensión.

Que alguien consiga conocer realmente nuestras inquietudes y tristezas es tremendamente complicado hasta para nosotros, estamos envueltos en tantas capas de realidades y ficciones mezcladas que nos negamos a exponer nuestra fragilidad por miedo a ser lastimados justo por aquellos con los que si tenemos un contacto físico.


A través de internet, la palabra, sin proponérselo, puede revelar mucho de nosotros aunque estemos a miles de kilómetros de nuestro comunicante .Un buen texto o un poema han logrado emocionarme muchas veces más que una caricia física. He llorado y sonreído leyendo ante una pantalla de ordenador, he vivido pues, sensaciones reales.


Contigo























Cómo atrapar tu voz de mil matices
si se muestra sutil como la brisa
de una tarde de inviernos indecisa
a la que sólo encuentro cicatrices.

Tus tragedias disculpan los deslices
con el gesto infantil que te precisa
enseñar al suplicio la sonrisa
con la que se alimentan tus raíces.

Porque nunca te olvido aunque anochezca
escudriño la aurora de tus ojos
en busca de un amor que te merezca.

Contigo se agudizan mis sentidos
y tus versos arrancan los abrojos
de estos labios exhaustos y vencidos.



martes, 5 de enero de 2016





















Hace poco comencé a escribir, pero nada fluye, creo que la ansiedad de no hacerlo bien me está superando. 

No creía que esta nueva afición afectaría a mi vida de una manera importante, pero sin que nadie de mí alrededor lo perciba, me observo y padezco este cambio, porque escribir es detenerse en uno, es escarbar en nuestra propia tierra para ver qué es lo que hemos sembrado en nuestra vida hasta ahora. 

Es hablarse de tú a tú.

A veces, justo en el momento de contar frente al teclado, me encuentro repentinamente con que no quiero seguir haciéndolo, todo lo contrario, sólo deseo echar el cerrojo a estos sentimientos que se generan en mí, y que se agitan de forma turbulenta. 


Creo que cada uno almacena su propio álbum de recuerdos quedándonos con lo mejor y desechando lo que nos hizo infelices, instinto de supervivencia nada más que eso.