Es tarde ya para recordar
y podría permitirme el lujo de no hacerlo,
sin embargo, soy propensa a esta melancolía
que me desnuda el alma y la confiesa.
La cordura se escapa por la rendijas de mi cuarto
y la pasión es mi compañera si te escribo.
Quizás la excusa de añorarte así
fue esta cena frugal en soledad
que sólo consiguió despertarme
un apetito caprichoso por tu boca.
Lo estrambótico es que estoy bien,
a pesar de nombrarte entre mis cosas
por activa y sin pasiva.
No sé si me dueles o no me dueles,
pero te confieso, que hay canciones
que siguen censuradas por posibles recaídas.
Ya ves,
no puede una fiarse ni de sí misma.
Pero eso sí,
créeme si te digo que soy feliz
en tu ausencia.
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