miércoles, 14 de diciembre de 2016

MI PRIMERA VEZ


El otro día conversando con un amigo que escribe en su blog titulado: VIVIR ES JUGAR se me ocurrió proponerle la idea de escribir ambos sobre un mismo tema contando nuestras experiencias o visión particular del asunto a tratar.

La primera entrada que escribimos fue sobre " el Arte y su sentimiento" y creo que la experiencia fue divertida y estimulante por lo que hoy vuelvo con un tema sugerido medio en broma y titulado "Mi primera vez"

Creo que podría escribir sobre muchas “primeras veces” a lo largo de mi vida al igual que el resto de personas que estáis leyendo esto. Todas nuestras vivencias comienzan siempre con una primera vez, luego, podrán seguirle a ésta muchas más o por el contrario se cerrará su ciclo en el primer intento.


 He olvidado muchas de mis primeras veces pero aún recuerdo:


Mi primer beso como una experiencia frustrada donde el romanticismo se me fue por el desagüe de la liviandad. Llegaron otros mejores, mucho mejores, pero ese beso se llevó mi inocencia.

La primera vez que me puse una minifalda vaquera con medias de rejilla negras y descubrí que tenía unas piernas largas que gustaban a los chicos y que no era un defecto medir 1.73.


El primer libro que me regalaron.”El principito” de Antonie Saint-Exúpery. Un libro que no era prestado de la Biblioteca ni  dejado por alguna amiga. Experimenté que por primera vez éste me pertenecía a mí y solo a mí.

Mi primer baile de lento donde mi pareja se empeñaba en acercarse demasiado mientras yo no dejaba de pisar sus pies de una forma extremadamente torpe. Aún puedo recordar el olor de su perfume en su cuello.


Mi primera “casi” experiencia amorosa con 18 años en un hotel de dudosa reputación (nos dimos cuenta después) en el Casco Viejo de Bilbao donde mi amiga y compañera me pidió que por favor accediera a dejarla cambiarse de habitación en secreto (nuestros novios compartían la suya) para poder pasar la noche con su chico. Asentí nerviosa pero emocionada. Una noche inolvidable de camas con muelles estrepitosos que amenazaba con despertar al resto de huéspedes y que nos llevó a la moqueta del suelo donde no quisimos guardar ni una sola caricia para el día siguiente mientras oíamos caer la lluvia calmada en forma de susurro.



Mi primer viaje en avión donde la juventud me eximía de cualquier temor a que algo pudiera salir mal. Era tan feliz que pensaba que si moría en ese instante tampoco pasaría nada. He vuelto a viajar más veces en este medio y al contrario que entonces siempre lo hago tensa y asustada. 


Presenciar de cerca la muerte de un ser querido como mi abuela y sentir que no tenía miedo; la quería tanto, que quise  presenciar como la amortajaban y pedí por favor me dejaran ponerle  los zapatos en una especie de ritual particular.



La primera vez que fui madre, un proyecto de vida que nunca caduca y que me hizo sentir el peso del amor en toda su magnitud. Es la única experiencia en que la emoción es idéntica aunque se repita (pero no demasiadas por favor).

Montones de primeras veces que se sucedieron y espero se sigan sucediendo en diferentes versiones porque eso significará que estoy viva.









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