Siempre decías ante mis quejas reclamando más atención por tu parte, que en cada faceta de tu vida tu entrega era máxima. Cuando estabas conmigo, era solo yo, si estabas trabajando, era solo trabajo, así en todas las áreas de tus relaciones tanto personales como profesionales. Una entrega absoluta en cada cosa que haces.
Con el tiempo, se me ocurre pensar si he conocido realmente al hombre que eres. Hemos compartido almas, abrazos e historias, pero si te pienso, no sé si alguna vez fuiste realmente feliz o te faltó algo conmigo. Llegué a tu vida con tanta herida, que solo me dediqué a disfrutar de ti, de tu cariño y protección. Fuiste una morada de alegría con tanto dolor como llevaba conmigo.
Sé también, que si algo has tenido claro, es no renunciar jamás a ser algo diferente a lo que eres y has querido ser. Por un lado, esto me parece admirable, por otro, me ha costado entender que por encima de nuestro proyecto de vida en común, estuviera el tuyo propio. Probablemente esto es lo que todos deberíamos hacer, quizás por eso yo también me alejé de ti; porque tenía que seguir mi propio camino y estar al lado tuyo, me impedía seguir creciendo de la forma en que lo necesitaba.
Mi enfermedad no vino a solucionar los problemas que ya venían transitando en la relación, al contrario, esta nos colocó en diferentes momentos vitales y a pesar de amarte tanto, dejé de ser feliz.
Perdí a mi madre y al mes de su fallecimiento dejé nuestra relación. No pensé que iba a ser tan duro, pero lo fue, más aún de lo imaginable. Llevo dos años y unos meses sola, no he sentido ganas de volver a tener pareja en todo este tiempo, (ya lo hice en su momento para olvidarte y no funcionó) pero jamás me he sentido tan fuerte, ni tan plena, sin la necesidad de tener a alguien a mi lado, como en esta etapa de mi vida.
Ahora, frente a un amanecer, con mi perro como fiel compañero, respiro profundo y con la absoluta convicción de no haber nada más hermoso. He descubierto al fin, que en las cosas más sencillas, es donde habita la dicha que tanto anhelamos.
Mi cerebro comienza a creer que la paz y la calma existen, y este se lo dicta a mi cuerpo. Le dice que ya no hay ningún peligro inminente y que está a salvo, de cualquier forma y manera, está a salvo...
Si, ya no estás a mi lado, y probablemente nunca lo volverás a estar. Pero la vida sigue siendo un lugar maravilloso para amar en todas sus formas. Sigue habiendo emociones en color para descubrir.
Perdí a mi madre y al mes de su fallecimiento dejé nuestra relación. No pensé que iba a ser tan duro, pero lo fue, más aún de lo imaginable. Llevo dos años y unos meses sola, no he sentido ganas de volver a tener pareja en todo este tiempo, (ya lo hice en su momento para olvidarte y no funcionó) pero jamás me he sentido tan fuerte, ni tan plena, sin la necesidad de tener a alguien a mi lado, como en esta etapa de mi vida.
Ahora, frente a un amanecer, con mi perro como fiel compañero, respiro profundo y con la absoluta convicción de no haber nada más hermoso. He descubierto al fin, que en las cosas más sencillas, es donde habita la dicha que tanto anhelamos.
Mi cerebro comienza a creer que la paz y la calma existen, y este se lo dicta a mi cuerpo. Le dice que ya no hay ningún peligro inminente y que está a salvo, de cualquier forma y manera, está a salvo...
Si, ya no estás a mi lado, y probablemente nunca lo volverás a estar. Pero la vida sigue siendo un lugar maravilloso para amar en todas sus formas. Sigue habiendo emociones en color para descubrir.

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