martes, 19 de julio de 2016

Vida.
















De forma compulsiva éste amor que me nace
sin haberlo escogido y se enreda en mi pecho
cual jazmín trepador guiándome hasta un cielo
de azules seductores que eclipsan realidades.

Solo cuando mi voz te nombra se hace grande
y olvida presurosa el estío tan seco
que cruzó por sus ojos marchitando los gestos
de una ilusión vital que se tornó desgarre

Desde ti, hacia el mundo, no hay batalla posible
que la paz de tus labios no pueda desarmar,
y mis sueños te arropan tejiendo amaneceres.

Vida por ti vivida, hallo en las cicatrices
transcritas de tu piel, que solo sabe amar
entreviendo esperanzas que rescindan su muerte.



Intuición.



















Si pudiera explicarte desde mis convicciones
cómo te intuyo desde el aire hasta mis pasos,
desde tu olor a mar hasta tus ojos verdes,
podrías entender que la magia sí existe.

Si pudieras oírme, sabrías que te escucho
cuando el mundo se calla, que persigo el silencio
de mi yo más profundo para inventarme en ti
y en cada amanecer que te ofrece la vida.

Contigo regresó la alegría excitada
en mi piel al sentirse otra vez primavera
de caricias calladas que alargaron su invierno.


Mis pulsiones te escriben para sobrevolarte
esparciendo partículas de versos que te nombran
como si nunca hubiéramos sido uno sin otro.




Presiento.















Presiento que los versos se apagaron
y quedaron tan solo las cenizas
de pájaros nostálgicos y esquivos
huyendo de esta escarcha.


Nada y todo me impedirá
ausentarme a través de este silencio,
como si la palabra enmudeciera
ante el dolor del gesto que fracasa.

Percibo el descalabro de mi piel
y la mirada gris que me trasnocha,
mientras anhelo como una niña
que regrese el milagro de la lluvia.



martes, 12 de julio de 2016

Si tú no estás.


























La música en silencio se apodera de alma
para nombrarte a solas desde la soledad
premeditada de cualquier rincón
recreando la ausencia de tu sombra.

Almaceno retales de palabras
que huyen de tu boca y se dirigen
a los huecos perdidos de mis ojos
porque intuyen mañanas sin destino.

No me quedan ya tardes de crepúsculos
en mi vestido azul de primavera
ni mares con olor a gaviotas
que crucen a través de mis desiertos.

Si tú no estás presente, ya no quiero volar
y me olvido de que una vez fui pájaro
volando en libertad desde mis versos,
me olvido de que siempre quise ser
la que fui en mis poemas.





Necesito creer.
















Necesito creer que a pesar de tu ausencia
no tengo fecha de caducidad
en el rincón de tus afectos.

Necesito creer que no me convertí
en olvido perpetuo de tus ojos,

que fui más que un consuelo
arropando a tu ego vacilante
en el fragor de su tristeza inocua.

Creer que tu palabra
no se esparció volátil y al azar
en mi destino, que fui más que un golpe
de viento tiritando entre tus manos.



lunes, 11 de julio de 2016

Mi voz

.














Todos estos años he silenciado a la voz que me habita. Solo pudo crecer durante la infancia y parte de la adolescencia. Ella siempre quiso hacerse escuchar, pero no se lo permití, cuando insistió, mi otro yo, el de la conformidad, gritó más fuerte para hacerse valer.

Mi voz, la que de verdad me pertenece, consigue hacerse oír cuando el cuerpo o el alma enferman pues no hay nada que perder.

Entonces y solo entonces, se vuelve irreductible y clama la independencia de tanto disfraz que la oculta. Escucharla es atrevido porque habla con el corazón y desoye a la mente dictando sus normas.

Ésta voz me reclama finales y comienzos que siempre quedan postergados para un mañana que debo confesar me produce vértigos de soledad. Tengo miedo a tormentas repentinas que puedan dejarme en harapos y muestren una vez más tanta piel gastada.

Déjame decirlo en voz alta ahora que no me escuchas, déjame que grite en un golpe de aire éste desamor del que ya nada puede brotar sino la certidumbre de días grises que han de venir a lastimarme con el silencio cruel de la desidia.