Gasté el desamor estéril de mi boca confiando se cumpliera la justicia imparcial de mi razón.
Desde mi atril de víctima, comencé a observarme en tus daños y pude sentir la soledad, sentir, una herida profunda carcomiendo mis principios.
Busqué tu rostro en los océanos y lo encontré allí, prendido de sortilegios entre mis incógnitas.
Volví a intuirte una vez más parte indivisible de mi trozo de tierra, mis amapolas y mis cactus.
Silencié, lunática, que sigo en stand- bye por ti mientras una sola gota de amor suicida descanse al borde de mis ojos.
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