domingo, 28 de febrero de 2016

No es tuya la culpa.
















No es tuya la culpa,
soy yo con mis tinieblas
la que devasta este amor,

no es tuya la culpa,
soy yo la que me escurro
entre tus dedos,
incapaz de amarrarme
a tu destino.

Es una soledad envuelta
en los espejos la que extingue
tu luz y me extravía
ausentándome.

Y es que tengo el alma de pájaro
y afán de libertad
en la memoria de mis alas.





martes, 16 de febrero de 2016

El tiempo.















El tiempo se detiene agazapado
y enmudece esperando tu regreso
como un niño anhelante de caricias
se envuelve en los vestigios de tu olor.

La nostalgia se encumbra hacia mi boca
y dibuja el perfil de este delirio
como un eco perenne y sin retorno
de gestos desnutridos por la ausencia.

Mis pasos son tan torpes sin los tuyos,
que se proclaman huérfanos del aire
mientras suplican sobras de esperanzas.

El amor no prescribe ni caduca
en esta voz gemela que te alude
prendiendo a cada instante para ti.






El cariño no se llora

















Apareció de improvisto, como una estrella fugaz y le dejó la calidez del corazón en sus ojos llenos de sueños. Con la certeza de lo efímero y la experiencia de sus arrugas, prevé el final de tanta luz y esto le embarga de pesadumbre.

El camino continúa y este le debe una deuda de alegría, el cariño no se llora, no debería llorarse jamás.



martes, 9 de febrero de 2016

Sólo tú.



Dedicado  a  Vicente Antón Vives un gran poeta y amigo.




Solo tú me distingues cercana en la distancia,
y hallas en mis silencios el clamor y la pena
que imprimen los latidos de un corazón que drena
pasados fragmentarios cubiertos de ignorancia.

Desde lejos, observas los grises de mi estancia
y la piedad te incita a curar mi condena
cubriendo de vendajes el dolor que cercena
esta piel de experiencias sin restos de fragancia.

Adicta a la ilusión, la vida me cautiva
con argumentos firmes que acallan mis errores
y disculpan amables un pasado imperfecto.

Porque tu voz es fértil y siempre me motiva,
me urge declararte señor de mis honores,
compañero del alma al que adhiero mi afecto.


Poema de Vicente Antón Vives:


Sé distinguir tus ojos de iluminados arcos
sin miedo a equivocarme entre diez mil miradas
y tus versos me invitan al son de las campanas
a repetir tu nombre y a soñarte despacio.

No es la benevolencia lo que impele mis labios
porque no necesitan aliento tus palabras.
Lo que forja el acero que afila tus espadas
es el amor que aflora de tu vientre a tus manos.

Nada puede inferirte un gesto inusitado
y guardas en tus versos la bondad de tu cuerpo
segando lo que siembras. De amar amor recibes.

Convertido en amigo me arropo entre tus brazos
para ahuyentar al frío que habita en el invierno
de esta vida que vivo y que en la muerte insiste.