No es tuya la culpa,
soy yo con mis tinieblas
la que devasta este amor,
no es tuya la culpa,
soy yo la que me escurro
entre tus dedos,
incapaz de amarrarme
a tu destino.
Es una soledad envuelta
en los espejos la que extingue
tu luz y me extravía
ausentándome.
Y es que tengo el alma de pájaro
y afán de libertad
en la memoria de mis alas.
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