Apareció de improvisto, como una estrella fugaz y le dejó la calidez del corazón en sus ojos llenos de sueños. Con la certeza de lo efímero y la experiencia de sus arrugas, prevé el final de tanta luz y esto le embarga de pesadumbre.
El camino continúa y este le debe una deuda de alegría, el cariño no se llora, no debería llorarse jamás.
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