ni en mis gestos germinan esbozos de tristeza.
Hoy, solo comparece la ternura
en unos puños que se abrieron
desde el indulto de sus actos.
Y el alma se equilibra
en la calidez de tus ojos
anulando nostalgias decadentes.
La vida vuelve a regalarme
un calendario de razones
para quererte en forma de milagro.
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