Demasiadas tormentas de fracasos
se empeñan en vivir junto a mi camay no consigo odiarlas para siempre,
no puedo perpetuar este dolor
aunque amanezca gris al borde de mis ojos.
Tropiezo y resucito ante mi culpa
con gestos y sonrisas que traicionan
a tanta cicatriz desapacible
como fui dibujando en torno a mis anhelos.
Imposible alojar en mis espacios
la eternidad de un odio que destruye,
imposible borrar todo este amor
que me reclama ingenuo un trozo de esperanza.
Claudico a los paisajes indecisos
que me esperan ansiosos de visitas
y a los pájaros raros que se acercan
buscando con su música el olor de mis besos.
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