desde la inspiración que te alimenta
hasta la frágil sombra de mis párpados,
veintisiete motivos de esperanza.
Regresas con la voz de tu mutismo
y expandes con aroma de secretos
los espacios que habito en soledad
matando la nostalgia tan absurda
que fui en aquel entonces.
Tu palabra se acerca sigilosa.
Como una melodía persistente,
resuena sin descanso en mis desvelos
y registro anhelante mis bolsillos
para encontrar el beso que te nombre.
El poema que escribo no soy yo,
o quizás solo a ratos, pero ayer,
te juro que esta voz no fue la mía;
la de ayer, rezumaba cataclismos
y huía del consuelo de un abrazo.
Mañana, no seré la certidumbre
de esta noche contigo en la penumbra
mientras mi piel destila sus inciensos.
Mañana, te amarán mis circunstancias.
Veintisiete los versos que nos unen
más uno de indulgencia por volar
tan alto que no alcanza la tristeza
a ver nuestra alegría.
No podrá divisarnos desde abajo.
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