de una infancia dormida, en la que el tiempo habita
íntegro, desde entonces, en esta voz escrita
que perfila recuerdos mediante su lenguaje.
El latido celebra en forma de homenaje
y transpira el aliento de una noche infinita
donde el cielo, rasgado, todavía transita
mis años de inocencia obviando mi equipaje.
Libertad en mis actos, exigen mis resuellos
silentes y saciados de múltiples razones
para inhumar presentes heridos de emociones.
Hendida de nostalgias, capturo los destellos
repletos de niñez, aquellos con aroma
a vides y sarmientos donde su brote asoma.
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